Jerónimo
Jerónimo
era hijo del licenciado.
Le gustaba
hacer agujeros en el sofá.
Parecían
bocas.
Jerónimo
les daba comida a los agujeros del sofá.
Pan con
mantequilla, tocino, espinacas y taquitos de carne.
Los
agujeros se volvían bocas cada vez más.
Les crecieron dientes, para
masticar la comida.
Un día se le olvidó a Jerónimo
dar de comer a los agujeros del sofá.
Uno se enojó y mordió al licenciado,
cuando éste se sentó a leer el periódico.
-¡Ahora verás! – le dijo el
licenciado.
Y mandó coser todas las boquitas.
Sólo podían decir: “Mmmm”…
Entonces Jerónimo hizo un agujero
muy chiquitito debajo del sofá y por ahí le empujo vitaminas.
El sofá se puso muy flaco, pero
creció de las patas.
Ahora nadie alcanza a sentarse
encima.
Solamente el loco que tiene alas.
Tampoco se puede limpiar.
Está muy alto.
(Cuento de Leonora Carrington)
jajaja qué simpático
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