viernes, 26 de julio de 2013

El niño Jorge. Cuento de Leonora Carrington



El niño Jorge 

A Jorge le gustaba comer la pared de su cuarto.
—¡No lo hagas! —le dijo su papá.
Pero el niño Jorge siguió comiendo pared.
Su papá fue entonces a la farmacia y le compró un frasco de pastillas de pared.
Jorge las comió todas y le creció una casa en la cabeza.
Era feliz jugando con la casa.
El papá se puso muy triste porque le decían:
—¡Qué niño tan raro tiene usted, señor!

(Cuento de Leonora Carrington)

jueves, 25 de julio de 2013

Humberto el bonito. Cuento de Leonora Carrington



Humberto el bonito


Humberto, el niño más bonito de toda la ciudad, tenía ojos azules y chinos dorados.
A pesar de que era muy bonito también era muy antipático. Le gustaba, por ejemplo, echar ratas en las camas de sus hermanas para hacerlas llorar.
            Un día, su hermana Rosa puso un cocodrilo en su cama…
            -¡Ayyy! ¡Qué miedo! –gritó Humberto-. ¡Hay un cocodrilo en mi cama!
            Pero Humberto era tan bonito que el cocodrilo, en vez de atacarlo, le sonrió alegremente.
Desde entonces, Humberto y el cocodrilo son grandes amigos y, por supuesto, ahora el niño es todavía más antipático, pues siempre va a todas partes con él.


(Cuento de Leonora Carrington)

martes, 23 de julio de 2013

Jerónimo. Cuento de Leonora Carrington



Jerónimo


            Jerónimo era hijo del licenciado.
            Le gustaba hacer agujeros en el sofá.
            Parecían bocas.
            Jerónimo les daba comida a los agujeros del sofá.
            Pan con mantequilla, tocino, espinacas y taquitos de carne.
            Los agujeros se volvían bocas cada vez más.
Les crecieron dientes, para masticar la comida.
Un día se le olvidó a Jerónimo dar de comer a los agujeros del sofá.
Uno se enojó y mordió al licenciado, cuando éste se sentó a leer el periódico.
-¡Ahora verás! – le dijo el licenciado.
Y mandó coser todas las boquitas.
Sólo podían decir: “Mmmm”…
Entonces Jerónimo hizo un agujero muy chiquitito debajo del sofá y por ahí le empujo vitaminas.
El sofá se puso muy flaco, pero creció de las patas.
Ahora nadie alcanza a sentarse encima.
Solamente el loco que tiene alas.
Tampoco se puede limpiar.
Está muy alto.

(Cuento de Leonora Carrington)

lunes, 22 de julio de 2013

Juan sin cabeza. Cuento de Leonora Carrington



Juan sin cabeza                                                          


El niño Juan tenía alas en lugar de orejas. Se veía raro.
         -¡Miren mis orejas! -decía, y la gente se espantaba al verlo.
         A Juan le gustaba mover las orejas por las noches, y una vez las movió tanto que su cabeza salió volando por la ventana.
         Juan se quedó sin cabeza y no pudo llorar, pues ésta se había quedado con sus ojos. Entonces se levantó y corrió detrás de ella, pero la cabeza se fue saltando de árbol en árbol como si fuera un pichón.
         La mamá del niño, que miraba por la ventana, lo vio correr.
         -¿A dónde vas, Juan?
         -Es que se fue mi cabeza.
         -¡Qué desgracia! -exclamó la pobre mujer.
         -¡Ja ja ja! -la cabeza reía mientras volaba, y por más que Juan corría no podía alcanzarla.
         -Présteme su lazo, señor -dijo Juan a un hombre.
         -Sí, niño -le respondió.
         Y con el lazo pudo por fin pescarla.
         Juan volvió muy cansado a casa con la cabeza brincando detrás, fuertemente amarrada al lazo.
         -Mamá -dijo Juan-, pégame la cabeza.
         Y su mamá se la pegó en los hombros con chicle, pero como era de noche se la pegó al revés.
         -Que no se te vuelva a escapar la cabeza, hijo -dijo su mamá.
         Y a partir de entonces Juan tuvo mucho cuidado cuando movía las orejas. 

(Cuento de Leonora Carrington)

viernes, 5 de julio de 2013